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Día Internacional de la lucha contra el Cáncer Infantil

El 15 de febrero se celebra el Día Internacional de la lucha contra el Cáncer Infantil. El día tiene como objetivo sensibilizar y concientizar sobre la importancia de los desafíos a los que se enfrentan los niños y adolescentes y sus familias, así como de la necesidad de que todos los niños en cualquier lugar del mundo, tengan acceso a un diagnóstico y tratamiento preciso y oportuno.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el término cáncer infantil comprende numerosos tipos de tumores  que se desarrollan en los niños y niñas, antes de cumplir los 15 años de edad. Los tipos más comunes son la leucemia, el cáncer cerebral, el linfoma y los tumores sólidos como el neuroblastoma y el tumor de Wilms.

Cómo mejorar el desenlace clínico
Dado que en general no es posible prevenir el cáncer en los niños, la estrategia más eficaz para reducir la carga de morbilidad y mejorar la evolución clínica es centrarse en un diagnóstico precoz y correcto, seguido de un tratamiento eficaz y científicamente contrastado que se acompañe de medidas de apoyo personalizado.

Diagnóstico precoz 
Cuando el cáncer es detectado en una fase temprana, es más probable que responda a un tratamiento eficaz, lo que eleva la probabilidad de supervivencia, disminuye el sufrimiento y, a menudo, exige un tratamiento más económico y menos intensivo. Es posible mejorar considerablemente la vida de los niños y niñas con cáncer si la enfermedad se detecta pronto y se evitan retrasos en el tratamiento. Es fundamental establecer correctamente el diagnóstico, porque cada tipo de cáncer requiere una pauta terapéutica distinta que puede incluir cirugía, radioterapia y quimioterapia.

Diagnóstico precoz:
-Conocimiento de los síntomas por parte de las familias y los profesionales de la atención primaria de salud.
-Precisión y puntualidad en la evaluación clínica, el diagnóstico y la determinación del estadio de la enfermedad.
-Inicio rápido del tratamiento.

El diagnóstico precoz es importante en todos los entornos y, en muchos casos, aumenta la supervivencia.
El cáncer infantil se acompaña de una serie de síntomas de alerta (como fiebre, cefalea intensa y persistente, dolores óseos, cansancio extremo, pérdida de peso) que pueden ser detectados por las familias y por profesionales de la atención primaria de salud.
El cribado (realización de prueba diagnóstica a personas sanas) no suele ser de ayuda para detectar el cáncer en la niñez, si bien en ciertos casos, en poblaciones que presenten un riesgo elevado es una posibilidad que cabe contemplar. Por ejemplo, algunos cánceres oculares infantiles pueden deberse a una mutación hereditaria, por lo que si se detecta esa mutación o enfermedad en la familia de un niño con retinoblastoma, se puede ofrecer asesoramiento genético y hacer un seguimiento de todos los hermanos practicándoles desde muy pequeños exámenes oftálmicos periódicos. Las causas genéticas solo tienen importancia en una pequeña proporción de los casos de cáncer infantil. No hay pruebas sólidas que avalen la realización de programas de cribado dirigidos al conjunto de la población infantil.

Tratamiento 
Es fundamental contar con un diagnóstico correcto para poder prescribir un tratamiento adecuado para el tipo de cáncer y su grado de extensión. Los tratamientos habituales son la quimioterapia, la cirugía y/o la radioterapia. Además, es preciso prestar especial atención a la continuidad del desarrollo físico y cognitivo del niño y a su estado nutricional, labor que exige la intervención de un equipo multidisciplinario específico. 
La OMS determinó que en países desarrollados más del 80% de los niños con cáncer logran curarse, la detección oportuna y el tratamiento preciso son fundamentales para lograrlo.